Una joven extranjera sometida, golpeada, privada de su libertad y abusada sexualmente se animó a denunciar hace unos meses los terribles hechos que padeció desde 2019.
La rápida actuación de la justicia dejó al acusado al borde del juicio, procesado y con prisión preventiva por los delitos de “trata de personas en la modalidad de captación, traslado y acogimiento de personas con fines de explotación -consumada mediante engaño, violencia, amenaza y aprovechamiento del estado de vulnerabilidad-, privación ilegítima de la libertad y abuso sexual con acceso carnal” y un embargo de un millón de pesos.
E.C.C, llegó a la Argentina en 2018 en busca de una oportunidad para mejorar su difícil situación familiar, personal y económica.
Fue entonces que conoció a B. R, un hombre que le ofreció trabajo, primero en una parrilla y luego en distintas verdulerías. A los meses se fue a Chile, pero B. R la convenció de volver para retomar su antigua actividad bajo la propuesta de solventarle el viaje y brindarle después alojamiento.
Aceptó y comenzó la pesadilla. Entre los meses de septiembre de 2019 y el 21 de febrero de 2021 fue sometida a extensísimas jornadas laborales en diferentes puestos de trabajo, sin percibir remuneración alguna.
Quien supuestamente iba a protegerla, la sometió a amenazas, golpes y malos tratos, “privándola de medios de comunicación, despojándola de su documentación personal – retuvo su documento extranjero y le dijo que se ocuparía de regularizar su situación-, albergándola en distintos domicilios sin posibilidad de libre circulación al exterior –él la llevaba de un lugar a otro siempre y se quedaba con las llaves de los inmuebles- y abusando sexualmente de ella”.
La joven se desempeñó en distintas parrillas, luego tuvo que aprender “el oficio de verdulero” y trabajó en establecimientos de amigos de su maltratador, quien se quedaba con todo el dinero que le pagaban por cada jornada de trabajo.
Los testimonios
La víctima declaró en forma unívoca en las distintas ocasiones en que testimonió sobre lo sucedido. Intervinieron profesionales del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, del Centro de Asistencia Jurídica Federal, Cuerpo Médico Forense y de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección de las Víctimas que coincidieron en ese sentido.
De los informes se resaltó “el temor, la vulnerabilidad y precariedad económica y familiar que sufría la víctima, su falta de autonomía y la sujeción de su voluntad a la del imputado”. “Se detectaron distintas estrategias de control sobre ella, a través de medios como el engaño y la coerción”.
La joven padece “problemas en la columna debido al esfuerzo excesivo de trabajo, trastornos de sueño y apetito, pesadillas”.
En la causa declaró una testigo quien contó que trabajó un tiempo con el hombre, en jornadas de trabajo muy extensas. Era muy “pesado”, “Don C.”, como solía llamarlo, “era un pervertido y que intentó tocarla, abusar de ella, en consecuencia, amenazó con denunciarlo, motivo por el cual fue despedida al día siguiente”.
Los testimonios de otros conocidos corroboraron que la joven estuvo privada de su libertad durante un largo período en que el imputado “le habría propiciado golpes, amenazado contra su vida, y abusado sexualmente de ella”.
La Cámara Federal integrada por los jueces Martín Irurzun, Roberto Boico y Eduardo Farah, confirmó el procesamiento y prisión ante la gravosa imputación y la posibilidad de riesgo de fuga.