La historia es dura y conmovedora. Al niño lo separaron de su familia biológica cuando tenía tan solo un año en el marco de un proceso iniciado en 2008 a partir de que la mamá lo llevaba al hospital con quemaduras, fracturas, y hasta hundimiento de cráneo por los golpes que le propinaba su padre.
El Estado lo alojó en un instituto de menores junto a sus hermanos y cuando tenía 7 años fue dado en guarda a un matrimonio que luego consiguió la adopción plena. Tras seis años de convivencia los padres adoptivos no quisieron tenerlo más.
Según constancias de la causa, los primeros tiempos de la relación con el menor fueron buenos, pero luego se tornó problemática. En 2019 los padres adoptivos fueron a la justicia, sostuvieron que agredía a la mamá, y dijeron que hasta intentó prender fuego la casa donde vivían.
El chico declaró que tampoco quería vivir con su familia adoptiva, así que volvió al Instituto.
El año pasado, en plena pandemia de Covid-19, la madre biológica se enteró de la situación y se presentó a la justicia pidiendo que la dejen hacerse cargo de la crianza, que se le diera una nueva oportunidad.
Para ello la mujer acreditó que pudo rehacer su vida, conformar una nueva familia, y que su exmarido violento que castigaba al niño está preso hace varios años.
Reencuentro
Por su parte, el niño expresó su deseo de reencontrarse con su mamá biológica y saber sobre la vida de sus hermanos.
Tras las declaraciones, el juzgado de Familia de Lomas de Zamora, a cargo de Esteban García Martinez, autorizó los encuentros entre madre e hijo para que compartieran actividades recreativas.
“Se observaron demostraciones de afecto mutuo con abrazos, alegría, emoción y risas. G. estaba feliz, cómodo, contento”. Y a partir de ese momento las visitas se realizaron semanalmente.
Finalmente el juez autorizó que el joven vuelva a vivir con su familia de origen. Fundamentó su resolución en el “derecho humano de todo niño, niña y adolescente a vivir y desarrollarse en familia y la obligada perspectiva de género que exige el análisis del caso”.
“La preservación de las relaciones familiares, como base sobre la que se asienta el derecho humano del niño a vivir en familia, ocupa un espacio central ya sea en el ámbito universal o regional”, sostuvo el magistrado.
Para el juez se hizo necesario reexaminar la conducta de la madre, reconociendo su “situación apremiante”, de la que ella también fue víctima. La madre pudo revertir la situación de vulnerabilidad y violencia en la que se encontraba.
Así, “la construcción de una red familiar permite en la actualidad garantizarle al joven el peno y efectivo goce de sus derechos”. “Decir los contrario, se traduciría en una severa afectación de los derechos consagrados en su favor, en tanto lo expondrían fatalmente, a la privación de su único lazo afectivo positivo, con quien es su deseo reencontrarse”.
Sobre la adopción
En cuanto a la devolución del niño por parte de sus padres adoptivos, la justicia fue muy crítica. “No se puede devolver una persona, sin agravio a los valores más humanos, más esenciales”.
“Detrás de la pretendida devolución de un ser humano, hay una cruda realidad, sufrimiento y frustración del niño rechazado por segunda vez, imposibilidad de un futuro en familia…traumas irreversibles…baja autoestima, inseguridad, desconfianza y desamparo”.
El juez remarcó que cuando el matrimonio adoptivo manifestó el deseo de no responsabilizarse más de sus cuidados, “constituyó un nuevo abandono y la privación de sus derechos existenciales de cuya plenitud eran garantes, circunstancia que otorga una deplorable impresión en el suscripto”.
Una historia increíble, con un final feliz..Los años perdidos no se recuperan pero se puede volver a empezar. Una historia desgarradora , triste y que muestra lo que deben pasar algunas mujeres por el machismo al que se ven sometidas. Gracias por compartir.
Hola Adriana, gracias a vos por leernos