Ahora quedaron procesadas por “trata de personas con fines de explotacion sexual agravada” por “engaño, violencia y amenazas y la situación de vulnerabilidad” de la víctima, una adolescente de 14 años embarazada del hijo de la mujer, el captador Daniel “Leandro” Landriel.
La negativa derivaba en golpes y amenazas con armas de fuego y cuchillos.
La última de las víctimas había comenzado una relación afectiva con Daniel Landriel “quien mediante engaños la habría convencido para mudarse a su domicilio en la ciudad de Rafaela, Provincia de Santa Fe, a fin de iniciar una convivencia junto con los demás integrantes de su familia”, remarcaron los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi al confirmar los procesamientos dictados por el juez federal Sebastián Casanello.
“Posteriormente -en un contexto de violencia física y psicológica- los incusos persuadieron a la víctima a trasladarse a este núcleo urbano donde fue obligada a ejercer la prostitución en distintos hoteles ubicados en los barrios de Once y Constitución, a los cuales ingresaría con un documento apócrifo a fin de aparentar mayoría de edad”.
Dos meses más tarde fue trasladada nuevamente a Rafaela donde continuó explotada, hasta que escapó y volvió a su casa.
Al momento de los hechos, tenía 14 años “se hallaba lejos de sus familiares y/o conocidos, sin dinero y/o documentación identificatoria, circunstancias que la situaron en un escenario de violencia y vulnerabilidad que fue aprovechado por los distintos integrantes de la familia Landriel-Luna”. Además, estaba embarazada.
Para la Cámara Federal hubo “explotación sexual mediante violencia, intimidación y control de la víctima”.
Una vez rescatada, declaró en Cámara Gesell y les contó a los profesionales del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a Las Personas Damnificadas por el Delito de Trata que “no podía manejar dinero” y que quien había sido su novio “pasaba frecuentemente por la zona donde ella era prostituida para recaudarlo”. Hasta las empleadas de los hoteles donde iba con sus “clientes” marcaron a “Leandro” -como conocían al acusado- y su familia como “beneficiarios de la actividad delictiva”.
“Se simuló, como medio de captación y coerción, una relación de noviazgo”.
En el juicio oral donde ambos hombres fueron condenados, se los encontró culpables de trata de personas con engaño, violencia, amenazas y abuso de situación de vulnerabilidad, pero además de impedir el contacto de una menor de diez años con su madre no conviviente: se trata de la hija que una de las víctimas tuvo con el “captador” y a la que se le impidió ver.
Los contactos entre Leandro Landriel y sus víctimas fueron a través de un perfil de la red social Facebook “que no revelaba enteramente su identidad” y telefónicos.